En post anteriores, presentamos el Culture Canvas como herramienta para evaluar si una compañía tiene una cultura mínima viable para ofrecer su propuesta de valor de forma excepcional. Esta vez, vamos a prestar atención a las inversiones que ya se han hecho en la organización y como la “Cultura” debería ser clave y tomarse en cuenta en el portafolio de inversiones.

Nuestra prioridad número 1 es la cultura de la compañía. Si tienes bien la cultura, el resto de cosas como el servicio al cliente o crear relaciones a largo plazo, sucede directamente y de forma natural.

El mito que debe desaparecer es que hay que dejar la cultura para más adelante cuando la organización madure. A veces nos preguntamos, ¿cómo va a hablar alguien de cultura cuando trabaja con dos fundadores de una start-up o con un equipo muy pequeño? Mucha gente cree que la cultura debe sólo trabajarse cuando tienes claro el producto y cómo encaja el mismo en el mercado.

Sin embargo, la cultura se tiene que trabajar desde el primer momento en que se genera la idea y a partir de entonces, sirve para clarificar cual es la motivación de la compañía y el conjunto de valores que regirán y guiarán la toma de decisiones.

El conjunto de valores compartidos, aunque sea de pequeños equipos, forma el ADN de lo que será la cultura. Por ello, estaría bien tener claro desde el principio como se trasladarán estos valores fundamentales para dar servicio a la propuesta de valor de la compañía.

También, una fuerte consciencia de la Cultura facilita el camino para crecer de forma más suave, algo que es especialmente crítico cuando el crecimiento es exponencial. Reforzar la Cultura de una compañía es un proceso orgánico, merece la pena empezar pronto y estar preparado.

Rendimiento y crecimiento no son los únicos argumentos para empezar pronto a tener una Cultura, puedes compararlo con tener contratado un seguro de hogar por si un día sucede algo en tu casa. El desarrollo de una start-up es un camino difícil. Si un cambio de dirección es requerido, un equipo fuerte tendrá más posibilidades de cambiar de rumbo con éxito. Las culturas fuertes se adaptan mejor al cambio y el cambio es algo frecuente en la vida de las organizaciones.

Es difícil para los fundadores de una compañía el prestar atención a la cultura cuando hay otras “misiones que son críticas” y que hay que resolver. La gran mayoría creen que ya tienen una cultura increíble. Esto puede ser verdad, sin embargo, el tema es que toda la compañía sea consciente de las fortalezas de la cultura, de sus valores y el propósito de la organización para que lo vivan de forma activa y se preocupen por ello.

El tener una cultura fuerte es algo estratégico y supone una diferenciación frente a  los competidores que nunca la podrán replicar. Una cultura fuerte crea una huella imborrable basada en conexiones emocionales, en historias con sentido, en generosidad y en una felicidad plena que no se puede pagar con dinero o ser replicada.

La cultura de una compañía es la que hace que te recomienden como organización y que se acuerden  de ti. En un mundo donde muchas cosas parecen falsas, donde muchos mensajes son manipulados, la cultura de la empresa y su impacto externo  pueden marcar la diferencia entre tener éxito o fracasar.

Los inversores que son conscientes de la importancia de tener una cultura, pueden animar a los fundadores de las compañías a implementarla desde el inicio.

La mayoría de inversores (¡no tú!) consideran que su trabajo consiste en buscar compañías, generar contactos, auditar y decidir que importe invertir. La relación con su portafolio de empresas tras realizar la inversión consiste básicamente en monitorizar. Sin embargo, invertir en cultura es un juego de números también, tal y como se muestra en este gráfico:

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